Introducción
La prevalencia de sobrepeso, hipertensión arterial (HTA), diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y dislipidemia ha aumentado en la última década
1
. Estas comorbilidades son factores de riesgo clave para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, que se asocian con un mayor riesgo de mortalidad
2
. La incidencia de estas afecciones crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, la DM2 y la obesidad, aumenta con la edad
3
. Estas enfermedades generan inflamación crónica, por lo que intervenir tempranamente es crucial para prevenir complicaciones cardiovasculares y reducir la necesidad de terapias farmacológicas.
La actividad física (AF) es una estrategia no farmacológica eficaz, que reduce entre 20 % y 30 % el riesgo de eventos cerebrovasculares (ECV) y es fundamental en el manejo de la DM2
4
. También contribuye a disminuir la presión arterial (PA)
5
. Sin embargo, pese a la evidencia, muchas personas no logran mantener una rutina de ejercicio, y solo 23 % cumple con las recomendaciones de fortalecimiento muscular de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
6
.
Los docentes de educación secundaria son un grupo sedentario o con baja actividad física, ya que no alcanzan las recomendaciones de la OMS de al menos 150 minutos de AF moderada o 75 minutos de AF vigorosa por semana
7
. Para promover la AF en personas inactivas, se requiere un entrenamiento físico estructurado, basado en estrategias personalizadas que faciliten cambios sostenibles en el comportamiento. Los programas de promoción de salud deben incluir ejercicio recreativo, apoyo social, acceso a instalaciones y opciones cercanas al lugar de trabajo, integrando además una adecuada nutrición.
La implementación de AF en instituciones públicas es clave para reducir los factores de riesgo cardiovascular y retrasar el deterioro funcional, que se acelera a partir de los 40 años
8
. La investigación debe centrarse en evaluar la eficacia y rentabilidad de estas estrategias para disminuir la multimorbilidad en individuos y en el sistema de salud
9
. El objetivo de este estudio fue comparar los cambios en factores de riesgo cardiovascular, como composición corporal, perfil lipídico y presión arterial, entre docentes expuestos y no expuestos a un programa de ejercicio físico y educación nutricional durante tres meses.
MÉTODOS
Diseño y área de estudio:
Se realizó un estudio observacional de cohortes prospectivas, en el que se dividió a los docentes de educación secundaria de seis instituciones públicas en dos grupos: un grupo expuesto a un programa estructurado de ejercicio físico y educación nutricional (grupo expuesto), y otro grupo que no participó en dicho programa (grupo no expuesto). La implementación del programa tuvo lugar en un entorno urbano y consistió en actividades organizadas de ejercicio físico y talleres educativos de nutrición.
Población y muestra:
La población del estudio incluyó a docentes de educación secundaria de ambos sexos. Para el cálculo del tamaño muestral se asumió una diferencia esperada en la reducción del colesterol total de 18 mg/dL, basada en un estudio previo
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, con una desviación estándar de 75,6. Se utilizó un nivel de confianza del 95 % y una potencia estadística del 80 %, lo que resultó en un tamaño de muestra de 540 participantes. Para compensar posibles pérdidas durante el seguimiento, se añadió un 10 % adicional, estableciendo una muestra final de 594 participantes. El cálculo del tamaño muestral se realizó utilizando el software STATA versión 14.2. Los participantes que terminaron el programa y tuvieron su medición control, fueron 556.
Variables e instrumentos:
Las variables de composición corporal, como masa grasa, masa magra, masa muscular y agua corporal total, se midieron mediante bioimpedancia tetrapolar y multifrecuencia (BIA) utilizando el equipo SECA®. El índice de masa corporal (IMC) se calculó para clasificar el grado de obesidad, siguiendo los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otros indicadores evaluados incluyeron peso, talla, presión arterial (PA), perfil lipídico y glucosa en sangre. Estos indicadores fueron medidos al inicio y pasados 3 meses de programa o seguimiento.
Procedimientos:
Los participantes fueron contactados telefónicamente para confirmar su disponibilidad. Aquellos con incompatibilidad horaria fueron asignados al grupo no expuesto, y se seleccionaron nuevos participantes hasta completar el tamaño muestral.
El grupo expuesto participó en sesiones semanales de actividad física y talleres educativos durante tres meses. Cada sesión, con una duración mínima de una hora, fue dirigida por un profesional en terapia física, quien promovió la progresión del ejercicio, el dinamismo y la empatía para mejorar la adherencia de los participantes. Las sesiones comenzaban con un calentamiento general de cinco minutos de caminata, seguido de cinco minutos de estiramiento para la parte superior e inferior del cuerpo. Luego, se realizaban ejercicios específicos, que incluían sentadillas, empuje de cadera, elevación lateral de hombros (utilizando botellas de agua o pesas de 0,5 kg), flexiones, banco de tríceps, planchas para músculos abdominales y saltos de cuerda para la aptitud cardiorrespiratoria. Las series consistían en un minuto de actividad activa intercalado con un minuto de descanso. Al finalizar cada sesión, se ofrecía información nutricional mediante charlas orales y folletos con recomendaciones sobre cambios en el estilo de vida, dieta y menús. Al final del tercer mes, se volvieron a medir las variables en ambos grupos para evaluar los cambios en la composición corporal, PA, perfil lipídico y glucosa.
Análisis estadístico:
Se realizó un análisis descriptivo inicial para resumir las características basales de los participantes, reportando medidas de tendencia central (media y desviación estándar) para las variables continuas y proporciones para las variables categóricas. Para evaluar los efectos del programa, se calcularon los cambios (delta) entre las mediciones basales y finales en cada grupo (grupo con programa y grupo sin programa). Las diferencias en los deltas entre los dos grupos se analizaron utilizando la prueba T de Student para muestras independientes, siempre que las variables mostraran una distribución normal. Los resultados se presentan como medias y desviaciones estándar de los deltas, junto con sus valores de p para determinar significancia estadística. Un valor de p<0,05 se consideró estadísticamente significativo. Todos los análisis se realizaron utilizando el software STATA versión 14.2.
Aspectos éticos
El estudio se llevó a cabo siguiendo los principios éticos de la Declaración de Helsinki de 1964 y sus modificaciones posteriores. El protocolo fue aprobado por el Comité de Investigación del Hospital Daniel Alcides Carrión (número de aprobación: 7-03-2022 CEI-HRDCQDAC). Todos los participantes firmaron un consentimiento informado por escrito antes de su inclusión en el estudio.
RESULTADOS
Todas las personas enroladas fueron mayores de 18 años en edad dedicados a la actividad educativa; de un total de 594 personas que ingresaron al estudio, 556 completaron el programa. En la Tabla 1 se puede observar que la media de edad de los docentes es de 43,9±11,8 años, con una distribución similar en los tres terciles etarios, destacándose que el grupo más joven (21-37 años) y el grupo intermedio (38-49 años) representan cada uno el 34,2% de la muestra. En cuanto al sexo, la mayoría son mujeres (73,8%), mientras que los hombres constituyen el 26,2%. Respecto al índice de masa corporal (IMC), la mayor parte de los participantes tiene sobrepeso (52,7%) o se clasifica como obesos (23,4%), siendo escasa la proporción con IMC<20 kg/m² (1,9%). Además, el 20,8% presenta al menos una comorbilidad, entre las que destacan el síndrome metabólico (18,2%) y la obesidad con IMC>30 (23,4%). Estos datos resaltan la presencia significativa de factores de riesgo metabólicos y relacionados con el peso corporal en esta población de docentes.
Tabla 1. Características basales de los docentes de educación secundaria de Instituciones públicas
Características |
Total n=556 |
% |
Edad: Media; desviación estándar |
43,9 |
11,8 |
Edad en terciles |
|
|
21-37 años |
201 |
34,2 |
38-49 años |
200 |
34,2 |
50-77 años |
193 |
31,5 |
Sexo |
|
|
Hombre |
149 |
26,2 |
Mujer |
445 |
73,8 |
Talla (m): Mediana; rango intercuartil |
1,56 |
1,38-1,8 |
Índice de masa corporal |
|
|
<20 Kg/m2 |
12 |
1,9 |
20-25 Kg/m2 |
209 |
37,5 |
25-35 Kg/m2 |
405 |
62,9 |
>35 Kg/m2 |
18 |
2,8 |
Comorbilidad |
116 |
20,8 |
Síndrome metabólico |
101 |
18,2 |
HTA |
11 |
1,9 |
DM2 |
4 |
0,7 |
Obesidad (IMC >30) |
130 |
23,4 |
Sobrepeso (IMC 25-30) |
293 |
52,7 |
En la tabla 2 se puede observar que el grupo que participó en el programa de intervención mostró mejoras significativas en varios indicadores respecto a las mediciones basales y en comparación con el grupo sin programa. Entre los cambios más destacados, la presión arterial sistólica (PAS) disminuyó en promedio 7,0±10,6 mmHg (p<0,001), mientras que no hubo una reducción significativa en el grupo sin programa. El colesterol HDL aumentó en 8,8±40,8 mg/dL (p=0,007), y el colesterol total disminuyó en 12,2±45,6 mg/dL (p=0,002) en el grupo con programa, en contraste con valores prácticamente sin cambios en el grupo sin programa. Además, la masa grasa se redujo en 3,0±15,4% (p<0,001) y la masa muscular permaneció estable (+0,1±6,3%) en el grupo con programa, mientras que el grupo sin programa experimentó un incremento en masa grasa y una disminución en masa muscular. Estos resultados resaltan los beneficios del programa en factores relacionados con la composición corporal y el perfil lipídico.
Tabla 2. Análisis de los factores modificables después de la aplicación del programa de intervención en docentes de educación secundaria
Característica |
Mediciones basales n=556 |
Grupo sin programa n=282 (50,7%) |
Grupo con programa n=274 (49,3%) |
Valor de p |
Medición |
Delta del grupo sin programa* |
Medición |
Delta del grupo con programa* |
Peso (kg) |
65,0±20,9 |
66,3±11,3 |
+1,3±17,5 |
63,4±11,5 |
-1,6±17,3 |
0,051 |
IMC |
26,8±3,9 |
26,8±3,9 |
0,0±3,9 |
26,7±3,9 |
-0,1±3,9 |
0,763 |
PAS (mmHg) |
114,1±13,0 |
114,3±13,1 |
+0,2±13,1 |
107,1±7,8 |
-7,0±10,6 |
<0,001 |
PAD (mmHg) |
69,7±8,7 |
69,8±8,6 |
+0,1±8,7 |
69,7±8,7 |
0,0±8,7 |
0,891 |
Triglicéridos (mg/dL) |
167,9±112,2 |
169,8±112,3 |
+1,9±112,3 |
165,9±106,8 |
-2,0±106,8 |
0,676 |
Colesterol HDL (mg/dL) |
51,0±37,2 |
50,9±37,2 |
-0,1±37,2 |
59,8±44,3 |
+8,8±40,8 |
0,007 |
Glucosa (mg/dL) |
87,8±50,8 |
87,8±30,8 |
0,0±43,5 |
85,9±15,7 |
-1,9±36,8 |
0,574 |
Colesterol total (mg/dL) |
199,0±45,0 |
199,1±45,1 |
+0,1±45,1 |
186,8±46,2 |
-12,2±45,6 |
0,002 |
Masa grasa (%) |
30,5±20,4 |
33,2±20,4 |
+2,7±20,4 |
27,5±8,1 |
-3,0±15,4 |
<0,001 |
Agua corporal total (%) |
50,1±9,4 |
43,5±9,4 |
-6,6±9,4 |
48,1±8,0 |
-2,0±8,7 |
<0,001 |
Masa muscular (%) |
42,0±6,2 |
38,3±6,2 |
-3,7±6,2 |
42,1±6,4 |
+0,1±6,3 |
<0,001 |
Masa ósea (%) |
4,3±0,7 |
4,1±0,7 |
-0,2±0,7 |
4,3±2,8 |
0,0±2,7 |
0,239 |
IMC: Índice de masa corporal; PAS: Presión arterial sistólica; PAD: Presión arterial diastólica; SD: Desviación estándar.
Discusión
En este estudio, se evaluó los efectos de un programa individualizado basado en ejercicios físicos y talleres de educación nutricional una vez por semana por tres meses consecutivos; además, se estudió los cambios de la composición corporal cuantificado mediante el equipo de bioimpedancia en los docentes de educación secundaria de la provincia de Este programa dio como resultado mejoras significativas en la reducción de la masa grasa total y visceral, disminución de la presión arterial sistólica y colesterol total, así como un incremento del colesterol HDL, con una estabilidad en la masa muscular. Estos cambios refuerzan el impacto positivo de la actividad física y la educación nutricional en la salud cardiovascular. En los Emiratos Árabes Unidos, realizaron una intervención similar que destacó la eficacia de combinar el asesoramiento nutricional y los ejercicios en la mejora de la salud cardiovascular. Aunque nuestro enfoque y la población fueron distintos, ambos estudios refuerzan la importancia de estas estrategias para la adopción de hábitos saludables
12
.
En los resultados, se muestra que después de la aplicación del programa, la presión arterial sistólica disminuyó significativamente en el grupo que participó, en comparación con un aumento no significativo en el grupo sin programa. Esto concuerda con hallazgos previos
11
; aunque otros estudios encontraron que programas más prolongados, como los de seis meses, reportaron resultados aún más consistentes en parámetros cardiovasculares. Un problema con esta intervención fue la falta de continuidad después de acabado el programa, para dar continuidad algunos estudios utilizaron aplicativos móviles para mantener los ejercicios físicos
13
.
A pesar de que el estudio fue realizado en tres meses, su resultado la reducción del colesterol total y el incremento del colesterol HDL fue comparable a estudios de más larga duración, lo que resalta su eficacia a corto plazo en la mejora del perfil lipídico
14
. Las mejoras en este estudio pueden atribuirse, principalmente, a la entrega de recomendaciones individualizadas de dieta y actividad física.
En un metanálisis, se mostró una significativa pérdida de peso con intervenciones enfocadas en el sobrepeso y se destacó la importancia de personalizar estas intervenciones según las necesidades de distintos grupos, un principio clave también en esta investigación. Estos hallazgos enfatizan la necesidad de estrategias personalizadas y sostenibles en la mejora de la salud cardiovascular, especialmente en ambientes laborales con altos factores de riesgo
15
.
Los hallazgos son consistentes con estudios anteriores
16
, que evidenciaron una pérdida significativa de peso en empleados con sobrepeso u obesidad, incluso durante la pandemia de COVID-19, con lo que se reforzó la eficacia de programas de pérdida de peso en el lugar de trabajo. De manera similar, en otro estudio
17
, se observó mejoras en la dieta y en la actividad física con pérdida de peso en empleados de distritos escolares y se destacó la relevancia de las intervenciones integrales y personalizadas. De la misma manera, un trabajo de intervención
18
demostró la eficacia en mejorar el estilo de vida en el lugar de trabajo para el control de la obesidad, lo que alinea con nuestro enfoque en la reducción de riesgos cardiovasculares.
Los hallazgos, también, muestran paralelismos significativos con investigaciones recientes
19
que destacan la eficacia de las intervenciones dietéticas en el lugar de trabajo para reducir sobrepeso y obesidad, resaltando que son más efectivas en individuos con IMC más alto. Garipova et al.
20
reportaron que tanto los programas educativos como de actividad física son efectivos en mitigar riesgos cardiovasculares, aunque con variaciones en sus efectos a largo plazo. Por otro lado, Chad-Friedman et al.
21
demostraron que las intervenciones telefónicas combinadas con técnicas de mind-body como la meditación, el yoga lograron disminuir el estrés y aumentar el bienestar emocional y físico, así como la nutrición individualizada son eficaces en la disminución de peso y mejora de la presión arterial sistólica, con efectos sostenidos a medio plazo. Estos estudios subrayan la importancia de enfoques integrados y personalizados en la mejora de la salud cardiovascular en entornos laborales.
En estudios recientes, se ha demostrado que las partículas HDL son clave en la reducción del riesgo cardiovascular, por lo que la importancia de aplicar enfoques terapéuticos como la dieta y las interacciones del microbioma intestinal para modular la estructura y función de las HDL a nivel individual
22
. En este programa, el aumento significativo en el colesterol HDL observado en el grupo que participó destaca su papel como un factor protector clave contra el riesgo cardiovascular
23
.
Una ventaja que tiene este estudio es la utilización de la bioimpedancia eléctrica para cuantificar la variación de la composición corporal después de la intervención, un método no invasivo que está validado para evaluar la masa grasa y muscular mediante la emisión de corriente eléctrica que pasa a través los compartimentos del cuerpo, lo que proporciona resistencia y provoca un retraso en la conducción a través de las membranas, causa reactancia y ayuda a estimar los compartimentos corporales, como la masa grasa, masa ósea, masa muscular, agua corporal y la grasa visceral
24
.
Este estudio presenta algunas limitaciones. Una de ellas fue la pérdida de 38 participantes durante el seguimiento, lo que equivale al 6,4 % de la muestra inicial; sin embargo, este porcentaje se encuentra dentro del rango previsto al calcular el tamaño muestral. Otra limitación radica en que no se observaron cambios significativos en variables como el peso total, el índice de masa corporal y los niveles de triglicéridos, posiblemente debido a la corta duración del programa. Asimismo, la ausencia de cegamiento podría haber introducido algún sesgo en la evaluación de ciertos indicadores. A pesar de ello, las tendencias observadas respaldan los resultados positivos en las variables clave del grupo que participó en el programa.
Conclusión
Los participantes del programa basado en ejercicio semanal y talleres educativos nutricionales mostraron una reducción en la masa grasa total y visceral, una disminución de la presión arterial sistólica y un aumento en los niveles de colesterol HDL, en comparación con los que no participaron. No se observaron diferencias significativas en el peso total, el índice de masa corporal ni los niveles de triglicéridos entre los grupos.
En el futuro, sería importante realizar estudios con mayor tiempo de seguimiento para evaluar la sostenibilidad de los cambios observados. Además, se destaca la utilidad de herramientas objetivas, como la balanza de bioimpedancia, para medir variaciones tempranas en la composición corporal, como el porcentaje de masa grasa. Por último, esta investigación no incluyó estrategias sostenidas una vez finalizado el programa, lo que representa un área de oportunidad para futuras intervenciones.